
Hablar de eutanasia veterinaria nunca es sencillo. Para muchos tutores en Mérida, este servicio puede parecer costoso, pero pocas veces se comprende lo que realmente implica. No se trata de un procedimiento frío ni de un trámite más: es un acto profundamente humano, cargado de responsabilidad, sensibilidad y profesionalismo.
El verdadero costo de la Eutanasia
Cuando un tutor dice que la eutanasia es cara, suele compararla con tratamientos que no se aplicaron a tiempo, con enfermedades que se dejaron avanzar por descuido, o con la falta de recursos económicos que impidió atender adecuadamente a la mascota. Sin embargo, el valor de la Eutanasia no puede medirse en bolívares ni en kilos de peso del paciente.
El verdadero costo está en la carga emocional y profesional que asume el Médico Veterinario de Merida. Somos quienes debemos tomar la decisión de acortar la vida de un ser vivo, evaluando si existe posibilidad de recuperación, si el sufrimiento es irreversible y si el tutor está preparado para despedirse.
La carga invisible del veterinario
Quienes solicitan este servicio pocas veces imaginan lo que significa para nosotros. No es solo aplicar un protocolo clínico: es enfrentar la mirada de un tutor que pide garantías imposibles, como si la salud de su mascota fuera un objeto reparable.
La carga es doble:
- Clínica y técnica: asegurar que el procedimiento sea lo menos doloroso posible, comprender cómo el organismo lucha incluso en sus últimos momentos, y aplicar la química necesaria para inducir un paro respiratorio y cardíaco sin sufrimiento.
- Espiritual y emocional: aceptar que estamos interrumpiendo un ciclo de vida, preguntarnos si la decisión fue correcta y acompañar al tutor en su duelo.
El dolor del tutor y la empatía del Médico
La Eutanasia no termina con la aplicación del medicamento. Empieza un proceso de acompañamiento: el veterinario se convierte en terapeuta, ayudando al tutor a aliviar la culpa y el dolor de perder a un compañero que estuvo a su lado durante años.
He visto tutores llorar desconsolados mientras recuerdan las vacunas, los controles, las alegrías y las enfermedades compartidas. Y aunque como médico debo contener las lágrimas, también soy humano: se me aguan los ojos al presenciar esa despedida.
La despedida digna
Parte de nuestra labor es entregar el cuerpo de la mascota con respeto, buscando detalles que permitan al tutor conservar un recuerdo digno. Porque esa mascota fue más que un paciente: fue un ángel guardián que acompañó cada etapa de la vida de su familia.
- Estuvo allí cuando llorabas, mirándote con ternura.
- Saltaba de alegría cuando tú estabas feliz.
- Se enfermaba contigo, intentando hacerte sentir mejor.
Ese vínculo no tiene precio, y nuestra misión es honrarlo hasta el último momento.
Reflexión final
Hoy quiero decirlo con claridad: el valor que se paga por una eutanasia es poco comparado con lo que realmente implica. No se trata solo de un servicio veterinario en Mérida, sino de un acto que combina ciencia, ética, sensibilidad y espiritualidad.
Como médico veterinario, yo, Adriana Teresa Leoncedis García, asumo esa carga con respeto y humanidad. No cobro por un procedimiento técnico: cobro por acompañar a un ser vivo en su despedida y a un tutor en su duelo.
La eutanasia debería ser más costosa, no por dinero, sino por el significado profundo que encierra. Porque detrás de cada aplicación hay años de amor, recuerdos y la certeza de que hicimos lo mejor para aliviar el sufrimiento de un ser que nos dio todo sin pedir nada a cambio.

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